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¿Codependiente yo???

Codependencia emocional

Lic. Patricia Pérez Serapio

  

Hace dos años, Lupita, una chica risueña, sociable y emprendedora, comenzó a salir con José, un chico muy apuesto que generalmente se le veía serio y reservado.

 

Al principio la relación iba muy bien, Lupita llenaba de detalles lindos a José y no esperaba recibir detalles, pues sabía que él no era de ese tipo de chicos.

Lupita y José trabajaban en la misma empresa, llegaban juntos al trabajo, salían a comer juntos y generalmente se iban juntos.

 

Hace un año hubo recorte de personal en la empresa y José perdió su empleo, Lupita estaba muy preocupada pues su novio ya no quería salir de casa y por lo tanto se veían poco; así que decidió que tenía que ayudarlo a conseguir otro empleo para que todo pudiese ser como antes.

 

Lupita elaboró un detallado Currículum Vitae y se lo dio a su novio para que comenzara a buscar trabajo, pero pasaron los días y José seguía desempleado.

 

Lupita comenzó a enviar el Currículum a varias empresas en las que buscaban candidatos con el perfil de José; logrando que le llamaran para acudir a varias entrevistas de trabajo, pero no consiguió ninguno.

 

Lupita pensó que a lo mejor el problema era que José no sabía cómo enfrentar una entrevista, así que le pagó un curso denominado “Taller para aprender cómo responder a una entrevista”, lo envió a algunas entrevistas más, pero seguía sin conseguir empleo.

 

Lupita se sentía cada vez más desesperada, pues José continuaba sin ánimos de salir de casa, salvo para lo más indispensable. Cuando llegaba a salir, Lupita era quien pagaba por la comida, por el cine, por los paseos, pues asumía qué, si José no tenía empleo, a ella le correspondía correr con los gastos.

 

Algunas veces Lupita se sentía muy cansada y le reclamaba a José su falta de interés en conseguir empleo pues ella invertía mucho tiempo enviando solicitudes y él nunca lo hacía, es más, en algunas ocasiones, ni siquiera asistía a las citas que ella le había logrado concertar; le exigía más compromiso de su parte, lo criticaba por ser tan serio y poco sociable, le pedía que tomara en cuenta todo el esfuerzo que ella hacía por apoyarlo.

 

José ante los reclamos de Lupita tomaba una de dos posturas; algunas ocasiones le contestaba de mala manera, diciéndole que él no le había pedido que lo ayudara; pero en otras ocasiones, se disculpaba, le decía que se sentía muy agradecido porque era la única persona que lo apoyaba y le pedía que continuara haciéndolo.

 

Al principio Lupita comentaba con sus amigas la situación, pero cuando ellas le decían que dejara de hacer todo por él, ella se molestaba, creía que no la entendían y pensaba ¿qué será de José si yo no lo ayudo?, ¿qué tipo de novia sería yo?, entonces se sentía culpable por molestarse con José y regresaba a tratar de ayudarlo.

 

Un día, mientras Lupita buscaba vacantes en internet, se encontró con un artículo que hablaba sobre codependencia y los patrones clásicos: “rescatador/a – perseguidor/a – víctima” y sintió que algo de eso era similar a su conducta, por lo que se preguntó ¿puedo ser codependiente?

 

Lupita desechó la idea de inmediato, suponiendo que eso jamás le podría pasar a ella y continuó buscando empleo para José.

 

¿Cómo terminará la historia?


Muchas personas creen que la codependencia es exclusiva de aquellos que tienen un familiar con alguna adicción como alcoholismo o drogadicción; sin embargo, una persona codependiente es cualquier persona que ha permitido que la conducta de otra persona le afecte, y por lo tanto, está obsesionada con controlar la conducta de esa persona.

 

¿Cuál es el comportamiento de una persona codependiente?

 

Stephen B. Karpman, explica el comportamiento codependiente con el modelo denominado "Triángulo Dramático (rescatador, perseguidor,víctima)".

 

Rescate. Rescatamos a la gente de sus responsabilidades en vez de dejar que las hagan por sí mismas, ¿cómo las rescatamos?

  • Hacemos por una persona algo que es capaz de hacer por sí misma.
  • Satisfacemos las necesidades de alguien sin que nos lo haya pedido.
  • Hacemos más de lo que nos toca hacer una vez que se nos ha pedido ayuda.
  • Damos más de lo que recibimos en una situación particular.
  • Pensamos por la otra persona.
  • Hablamos en nombre de otra persona.
  • Sufrimos las consecuencias de la conducta de los demás.
  • Ponemos más interés en la actividad de la otra persona que en la de uno mismo.

Persecución. Nos volvemos resentidos con la persona a quien “desinteresadamente” hemos ayudado, nos sentimos enojados o molestos porque hemos ignorando nuestras propias necesidades y deseos por ayudar a la otra persona y como respuesta, la persona que hemos rescatado, no siente gratitud por nuestra ayuda, no aprecia todo el esfuerzo que hicimos y es probable que hasta actúe de manera ofensiva contra nosotros.

 

Víctima. Nos sentimos usados y nos preguntamos ¿por qué me pasa esto a mí?

 

Las personas atrapadas en el Triángulo Dramático intentan cambiar su situación, pero sólo logran cambiar de roles, perpetuando el ciclo debido a una inmadurez emocional.

 

¿Cómo salir del triángulo dramático?

 

Podemos cambiar del triángulo dramático al triángulo del ganador (asertivo-ayudador empático-responsable), sin embargo, para ello es importante contar con ayuda profesional que brinde pautas asertivas que permitan modificar la conducta.

 

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