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Si aguanto a mi marido es sólo por mis hijos

Control de la Ira

Autor: Efraín Pérez León

 

La vida de la señora Z eran como la de muchas otras. La violencia doméstica en casa era cotidiana y de tal magnitud que alcanzaba a los hijos más pequeños. Gritos, golpes, burlas, abuso…

 

El viacrucis de Z empezó a los pocos días de casada. El señor X, marido de Z le reclamaba enconadamente su “falta de amor”. X, había cambiado drásticamente y mostraba su verdadero rostro. De ser un novio atento y cariñoso, a ser un patán, alcohólico y drogadicto, además de tener adicción al sexo, lo que le molestaba mucho a Z.

El señor X, gustaba del alcohol y las drogas, especialmente los fines de semana. Razón por la cual el dinero en casa escaseaba. Y la señora Z, en un afán de hacerse de recursos económicos para atender las necesidades de los tres pequeños hijos, empezó a laborar en una fábrica donde ganaba un poco más que X. Esto sirvió de pretexto para que X empezara a dudar de la fidelidad de Z. Y a los insultos le siguieron los golpes que Z trataba de disimular y justificar cuando asistía a laborar.

 

Al principio, Z se rebelaba ante los malos tratos y abuso de su marido. Sin embargo, se negaba a abandonarlo. Con el paso de los días y los meses, Z se había resignado al marido que le había tocado quien además era irresponsable y había dejado de aportar dinero para la manutención y educación de sus hijos, a quienes ya casi no veía. Esa era la consigna que le habían enseñado en casa, pues debería agradecer a dios por tener un hombre en casa, ya que otras “pobres” no habían corrido con la misma suerte, decía su madre. Era la misma historia de su madre, quien soportó durante años las palizas que le proporcionaba el padre. Y ahora, ¿ya ves? Decía la madre de Z, yo me quedé con tu padre, en cambio la “otra” que quería quitármelo, anda por ahí de “huila”, y se vanagloriaba de ello. Es decir, la señora Z era la muestra de replicar patrones aprendidos desde la infancia. Y si ella no rompe con ese patrón, muy probablemente, su hija repetirá el mismo, años después.

 

Sin embargo, la pregunta era ¿por qué Z no abandonaba a su marido, si ella era económicamente autosuficiente? La respuesta de Z era que, si por ella fuera ya lo habría abandonado, pero no lo hacía por sus hijos. Por el temor a crearles traumas o problemas psicológicos a los pequeños por la ausencia de un padre (ausente en la realidad) que los acompañe durante su proceso de crecimiento y desarrollo. Cuando observamos este tipo de conductas como el de la señora Z, no queda la menor duda de que sólo se trataba de una de sus justificaciones, pues había aprendido bien la lección de la madre. Más vale tener un marido borracho que ser “mujer sola”. La sociedad es muy dura con la mujer.

 

Es muy importante analizar y reconocer que, la mayoría de las veces, puede tener peores consecuencias el que un niño crezca en un ambiente tirante de continuas discusiones, falta de respeto mutuo por parte de sus progenitores y de agresión verbal o física, que crecer sin la figura paterna, pues este tipo de comportamientos son aprendidos durante su desarrollo y crecimiento, y pueden convertirse en un patrón que el niño puede repetir, no sólo cuando crezca y trate de establecer relaciones sentimentales, sino que aún niños, agreden verbal y/o físicamente a sus madres, copiando conductas violentas de sus padres.

 

Aun cuando cada caso de violencia intrafamiliar presenta características diferentes, todos coinciden en una historia de malos tratos y abuso que, si se reconoce a tiempo por ambos cónyuges, se puede corregir o evitar. Recuerden que donde uno abusa, es porque otro lo permite, lo que significa que ambos necesitan ayuda profesional.

 

 

Recapacitemos en la inutilidad de estar unido a una persona cuando en la relación prevalecen los malos tratos, el abuso, la indiferencia y la falta de amor. Si ese es el modelo que desean para el futuro de los hijos, déjeme decirles que van por buen camino. Pero si no es así, deben tratar de evitar este tipo de relaciones disfuncionales. Debe quedar claro que el porvenir de los hijos es prioritario. , busquemos soluciones razonadas a los problemas conyugales para que, con modelos más eficientes y funcionales, le ofrezcan a los menores un desarrollo más sano y constructivo.

Busquemos soluciones razonadas y razonables a los problemas conyugales. No olvides que no existe la pareja perfecta, pero si trabajamos en modelos más eficientes y funcionales en la dinámica familiar, se podrá ofrecer a los menores un desarrollo más sano y constructivo. 

Recuerda que, si requieres apoyo y guía para mejorar tu relación familiar, en el Centro Alternativa Psicológica Integral te podemos ayudar. Lláma al (55) 6795-1043 o envía un correo a informes@centroapi.com.mx