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Amar y perder, los riesgos del amor

Separación
Divorcio

Autor: Efraín Pérez León 

A lo largo de nuestras experiencias de vida, está siempre presente la pérdida. Algunos, hemos tenido la experiencia de la muerte de alguna mascota, cambios de casa o pérdida de amigos al cambiarnos de escuela.

Afortunadamente, la mayoría de los niños tienen una gran capacidad de resiliencia. Se recuperan rápidamente y las pérdidas suelen compensarse por la posibilidad de relacionarse con otras personas, nuevas mascotas y acostumbrarse al nuevo entorno.

Las pérdidas en la adolescencia

Estas experiencias son transmitidas a nuestras relaciones sentimentales, y van conformando nuestra personalidad en las etapas de mayor madurez.

Normalmente, las primeras pérdidas tienen lugar cuando aún somos adolescentes. Sin embargo, es en esta edad cuando, por muy superficial que haya sido la relación, le damos un enorme significado. Se experimentan intensos sentimientos de ira, culpabilidad o traición en sus rupturas sentimentales, hasta el punto de llegar a la depresión. La probable pérdida en las relaciones amorosas es parte de la adolescencia y vida adulta.

La experiencia nos dice que muchas parejas se separan al cabo de dos años. La experiencia adquirida contribuye al aprendizaje y crecimiento de las personas. Aunque, para otras, estas experiencias pueden llegar a ser terribles y devastadoras. En algunos casos, puede dar lugar a “relaciones adictivas” de las que se es casi imposible desprenderse. Creer que una relación sentimental debe ser exclusiva y permanente, ya implica una pérdida de libertad e independencia, limitando sus posibilidades de cultivar otras relaciones.

 

Hasta que la muerte los separe 

Una las pérdidas que mayor dolor causa al individuo es la ruptura conyugal. El viejo y arraigado concepto de “hasta que la muerte los separe” ha perdido vigencia hoy en día.

En ocasiones, ambos miembros de la pareja negocian la separación. En otras, la decisión es de sólo uno de ellos y de manera repentina. Lo ideal sería que la ruptura pudiera darse sin dolor, pero eso es casi imposible.

La persona que inicia la ruptura, normalmente insatisfecha con la relación, busca indirectamente el apoyo de los demás para tomar su decisión antes de comunicársela a su pareja. Este proceso suele ser gradual, evitando el contacto sexual con la pareja o con expresiones directas o indirectas de descontento.

La otra parte, puede intentar ignorar las señales de que algo no va bien, intentando convencerse a sí misma y a los demás de que “no pasa nada”. Cada uno de los miembros de la pareja, desarrolla una explicación diferente de sus problemas; se excusan o se culpan a sí mismos o a la otra parte.

 

Consecuencias del divorcio

La separación implica ira y frustración de uno o de ambos miembros de la pareja. Después que se ha repartido sus posesiones, vienen problemas como la reducción en ingresos que puede obligar a los miembros de la familia a sacrificar en gastos, además de la pérdida afectiva de vecinos y amigos de la persona que se aleja del domicilio conyugal.

Muchos matrimonios terminan debido a relaciones extramatrimoniales, por lo que la separación puede ir acompañada por una sensación de traición de uno de los cónyuges.

Cuando existen niños, éstos suelen ser las víctimas del divorcio, ya que difícilmente logran adaptarse a las nuevas circunstancias. Los niños pueden negar la realidad del divorcio de sus padres, esperando una reconciliación que vuelva a reunir a la familia, o culpándose a sí mismos si ésta no se realiza.

 

¿Amar o perder?

Es posible que, en circunstancias ideales, las parejas se sigan sintiendo satisfechas con su relación a lo largo de los años, y ésta vaya evolucionando a medida que cada miembro crece y cambia. Esta evolución suele darse cuando se evita la monotonía y la rutina, además de fuertes valores morales y una convivencia armónica.

Por el contrario, otras relaciones tienden a perder fuerza, especialmente cuando existen profundas incompatibilidades entre los valores morales, poca comunicación y escaso entendimiento entre los miembros de la pareja. 

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