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La historia del chico “malo” que pudo haber sido bueno

Autor: Efraín Pérez León

Esta es la historia de un chico llamado José y todo el mundo le conocía por el nombre de Pepito “el chico malo”. No, no es el de los cuentos colorados.

Le llamaron Pepito y no se parecía en nada a su madre. Ella era una mujer muy fuerte, más que otras. Tampoco era muy creyente aunque acostumbraba ir a misa todos los domingos, pero sólo para que la gente  del pueblo no le criticara más de lo que ya lo hacía por no tener a un hombre a su lado. A Dolores, que así se llamaba la madre, no le preocupaba mucho la conducta del niño, ella decía que si Pepito se llegase a romper el cuello a causa de  sus travesuras, no se perdería gran cosa. Nunca acostumbró a cantarle canciones de cuna para dormir al chico, ni a rezar un “ángel de la guarda”, mucho menos a darle un beso de las buenas noches. Dolores siempre pensó que eso eran niñerías. 

En más de una ocasión, Pepito cometió pequeños hurtos. Era conocido por la gente del barrio como el pequeño chico malo. Una vez, robó a su madre un poco de mermelada, el pollo que reservaba para la cena, se bebió toda la leche de su hermanita y se acostó a dormir satisfecho. A Pepito no parecía preocuparle lo que pensara su madre. Lo habían expulsado ya de dos colegios y no lograba pasar del segundo grado a pesar de tener diez años.

Pepito no había conocido a su padre y como respuesta, cada vez que preguntaba por él, recibía un manotazo en la boca y la recriminación de la madre a un padre ausente. "¿Para qué quieres saber de ese bueno para nada? Ojalá y se haya muerto”.

En otra ocasión, Pepito se metió al gallinero de don Nabor, su vecino, para robarle unas gallinas. No por hambre, sino sólo por diversión. Golpeó al perro con un ladrillo cuando vino a morderlo. Escapó del perro y de don Nabor entre risas, pero no se escapó de la paliza que le dio Dolores. Sin embargo, nada parecía desalentarlo de cometer pequeñas fechorías.

También fue castigado en la escuela por haberle puesto una naranja podrida en la silla del profesor. Pepito puso la naranja en el momento en que el profesor Rutilo se sentaba, la naranja se despedazó manchando el pantalón blanco que acostumbrara usar, despidiendo un olor desagradable. Y no sólo eso, Pepito acusó a Jorgito de ser el culpable, cuando éste era un muchacho recto, que siempre obedecía a su madre, y nunca decía una mentira. Por supuesto que el profesor no le creyó a Pepito y le culpó de la travesura. El castigo de dos semanas sin asistir a la escuela, para Pepito no era tal, sino un verdadero premio, pues no le agradaba el colegio, le parecía aburrido.

La historia de Pepito, es una historia que, con diferentes matices, se parece a la de muchos chicos que se encuentran inmersos en problemas de conducta debido a errores de crianza, familias desintegradas, disfuncionales o por descuido durante su desarrollo.

Con frecuencia, los responsables de la crianza del chico o chica, utilizan métodos equivocados con la finalidad de corregir la conducta de éstos, agravando la situación.

Desafortunadamente, muchas parejas, deciden formar una familia sin planear qué y cómo van a manejar el desarrollo del nuevo integrante. Darles amor no es suficiente, necesitan disciplina  además de lo necesario para su alimentación y vestido.

Pepito, el chico de esta historia, creció careciendo del cariño y la disciplina necesaria. Si Pepito sigue creciendo igual como lo ha hecho hasta ahora, corre un enorme riesgo de desviar mucho más su conducta, sobre todo, si se encuentra con chicos que puedan influenciarlo por el camino de las sustancias prohibidas, y pasar de los pequeños hurtos a la delincuencia mayor.

Cuando los problemas por conductas inadecuadas en los hijos escapan al control de los progenitores, se hace necesaria la intervención del psicólogo/a para, mediante la aplicación de técnicas adecuadas a la edad y gravedad de la conducta aplique un tratamiento para solucionarlo, buscando el beneficio no sólo de los padres sino también del niño/a. 

Recuerda que, si requieres apoyo y guía para mejorar tu relación parental, en el Centro Alternativa Psicológica Integral te podemos ayudar. Llama al (55) 6795-1043 o envía un correo a informes@centroapi.com.mx